Puente colgante y Costanera de Santa Fe

miércoles, 10 de abril de 2013

REVISTA PRISMA SOCIAL - Nº 9 | diciembre 2012 | revista de ciencias sociales | ISSN: 1989-3469 EL MODELO DE LOS TIPOS IDEALES PARA LA REPRESENTACIÓN DEL ''HOMO TURÍSTICUS'' Elementos para una sociologia del turismo Luis Gómez Encinas RESUMEN La elaboración de tipologías es frecuente en los análisis sociales y en particular dentro del estudio del consumo turístico. La propuesta de este artículo recupera el modelo del tipo ideal de Max Weber para aplicarlo a la comprensión del fenómeno turístico en la actualidad. Se trata de proporcionar elementos útiles de análisis a una Sociología del Turismo que tiene pendiente explicar los nuevos comportamientos sociales del turismo asociados a la revolución tecnológica y la crisis económica. El objetivo es, desde una perspectiva sociológica, representar el perfil de un nuevo consumidor, en este caso un comprador de viajes, cuyas pautas de consumo responden a nuevas variables que podemos identificar con esta metodología. 1. Introducción Los investigadores sociales, cada uno desde su ámbito disciplinar, siempre se han esforzado en establecer tipologías de toda clase. En ese sentido, la Sociología del Turismo no es una excepción. Cohen (1979), empezó distinguiendo cuatro tipos de turistas: el de masas organizado, el de masas individualizado, el explorador y el mochilero (drifter). Años después (1984), afinó la clasificación proponiendo una tipología fenomenológica de experiencias turísticas que identifican cinco modos de tipo turístico, ubicando la búsqueda de placer en un extremo y la búsqueda de sentido en el otro, dependiendo de la visión del mundo que tuviera el viajero. Más recientemente, el mismo Cohen (2004) ha admitido que los esquemas de tipos ideales turísticos que abundan en la disciplina adolecen de rigor y profundidad, se quedan en un nivel meramente descriptivo y pasan por alto que el turista, en la experiencia de su viaje, se mueve de forma cambiante a lo largo del continuo que compone una tipología. Amat y Ramón (2004) definen la Sociología del Turismo como aquella disciplina científica que tiene por objeto el estudio del comportamiento humano en relación con su conducta durante el tiempo libre, encaminada a satisfacer las necesidades relacionadas con los viajes, estancias y actividades turísticas, así como la elección, la contratación y la prestación de los servicios turísticos correspondientes. Como campo de especialización reciente, su propio impulsor reconoce que “la Sociología del Turismo adolece de una estructura teórica y analítica, está en pañales” (Cohen, cit. en Esteban Curiel, 2008: 141). En la misma línea, Méndez de la Muela indica que “no existe una teoría central del turismo que sirva de marco común para estudiar todos los problemas concretos de la actividad. El turismo hay que entenderlo como una teoría de sistemas que se alimenta de las diferentes disciplinas de las ciencias sociales” (en Pulido Fernández, 2006: 109). Por su parte, Wearing et al (2009) apuestan por estudiar el sentido del viaje e indagar en las experiencias de los viajeros. Se trata de un problema que afecta a la comprensión del fenómeno turístico desde el punto de vista cultural, una tarea orientada a indagar en el sentido del viaje, la identidad de los viajeros y sus sensaciones a la hora de relacionarse con los destinos y sus gentes. Ese punto de vista experiencial, vinculado a las motivaciones, cuenta con una figura destacada como es Urry (1990, 2004), y sin duda es hoy día predominante en el campo turístico. En el actual contexto, protagonizado por el impacto de la crisis económica y el auge de las Nuevas Tecnologías de la Información y la Comunicación (NTIC), investigadores y profesionales del sector ya asumen la realidad de un nuevo entorno turístico, en el que el enfoque experiencial tiene un carácter estratégico subordinado a las incipientes prácticas de consumo (Gómez Encinas, 2012). En conjunto, la Sociología del Turismo como disciplina académica reciente centra sus análisis desde ámbitos concretos (el ocio, la salud, etc.), haciendo hincapié en la motivación y en el comportamiento de los turistas. El manejo de distintos préstamos disciplinarios, dentro de las ciencias sociales, ha ido creando un enfoque híbrido capaz de hacer avanzar un campo de especialización todavía muy joven. Dentro de tales avances, cabe reconocer el papel de las tipologías y su uso frecuente en las investigaciones sociales. Se trata de modelos explicativos que, a pesar de sus insuficiencias, sintetizan las variables fundamentales que intervienen en el desarrollo de estos hechos sociales y la caracterización de sus actores. 2. Objetivos Este artículo tiene un objetivo general y uno específico. El objetivo general es subrayar la importancia de las tipologías como instrumento de análisis en el estudio de los comportamientos sociales del turismo. El objetivo específico es plantear una propuesta en esa línea, tomando como referencia el modelo de los tipos ideales de Max Weber. De esta manera, se pretende elaborar un instrumento metodológico netamente sociológico para mejorar el análisis de las nuevas prácticas de consumo relacionadas con el turismo. 3. Metodología Para llevar a cabo este trabajo, se ha hecho en la Introducción una breve una revisión documental de algunos de los intentos tipologizadores de la Sociología del Turismo, tanto en sus orígenes como después en su desarrollo con la adopción de un enfoque experiencial. Igualmente, se realiza en el Contenido el mismo procedimiento para dar cuenta de la situación actual, y constatar así que se sigue estudiando, especialmente el consumo turístico, mediante tipologías de distinta índole. Nuestra propuesta incorpora el instrumento metodológico de los tipos ideales cuyo autor canónico fue Max Weber (1982, 1984, 1993). En el marco de su sociología comprensiva, lo que se hace es exponer las herramientas conceptuales y el método de abstracción que permite obtener ese instrumento metodológico. Hemos dado al tipo ideal resultante, destinado a explicar la búsqueda y contratación de viajes vacacionales en el contexto actual, el nombre de “cliente ubicuo”. 4. Contenido 4.1. El estudio actual del comportamiento turístico Pese a las limitaciones metodológicas y operativas, se sigue estudiando el consumo turístico mediante tipologías. Por ejemplo, el X Congreso de la Federación Española de Sociología (FES), celebrado en julio de 2010, tuvo un grupo de trabajo denominado 'Turismo y Ocio'. En la ponencia de Celia Fernández Alvariño, se distingue entre el turista prefordista, el turista postfordista, el hiperturista, etc. En la ponencia de Antón Álvarez Sousa (coordinador del Grupo), apoyándose en Lipovetsky (2007), se esboza el perfil del turboconsumidor, descrito como flexible y nómada, volátil y transfronterizo, ecléctico y fragmentado, zapeador e infiel, “un comprador móvil que ya no tiene que dar cuentas a nadie” (Lipovetsky, 2007: 109, cit. Álvarez Sousa, 2010: 2)1. Para abundar en lo antedicho, destacamos que Sousa (2010: 18-20) aplica al turismo cinco figuras mitológicas expuestas por Lipovestsky: Dioniso —consumo desenfrenado, placer de los sentidos—, Narciso —espacio privado e individualizado— Superman —turismo de aventura y de actividades—, Némesis —conflicto entre experiencia turística del viajero y realidad nativa y cultural del lugar receptor—, y Penia —insatisfacción del turista que ya no sabe qué consumir y vacío al volver a la vida cotidiana y no poder seguir en aquel ambiente de consumo—. 1 Se equivocaron en este punto los filósofos de la posmodernidad, pues el consumidor de nuestros días sí da cuentas de sus acciones. Lo hace, a menudo con pelos y señales, a través de las redes sociales de Internet. Es por ello que hablamos de un viajero cada vez más social, vid http://www.hosteltur.com/175870_viajero-espanol-futuro-hiperconectado-geolocalizado-social.html (este barómetro que publica Hosteltur, 2/04/2012, es en realidad una tipología, una más). El advenimiento de la Sociedad Telemática2 (Baigorri, 2000, 2003) ha animado los intentos tipologizadores, volcando el foco de atención sobre un turista emergente, más informado y activo, que se sirve de las grandes posibilidades que ofrecen las NTIC. A través de datos empíricos sobre los comportamientos de los españoles ante las vacaciones, Mercedes Camarero (2002, 2009) establece cuatro tipos turísticos (tradicional, familiar, moderno y posmoderno). Especialmente sugestivo es cómo, considerando las dimensiones del cambio en la demanda turística, la autora prefigura la aparición de un turista posmoderno, más activo, amante de la naturaleza y la tendente a la búsqueda de experiencias, que prefiere desconectar de la rutina urbana, que organiza su propio viaje. El actual entorno turístico, marcado por la crisis económica, ha aumentado la segmentación. El turista de la época fordista, típico de la sociedad de consumo de masas, ha dejado paso a un consumo más individualizado. La sensibilidad al precio ha adquirido una relevancia decisiva en el acto de compra. El auge del 'bajo coste' ha contribuido a esa segmentación en el marco de sociedades avanzadas que están transformando su modelo de bienestar y, en consecuencia, su estructura social. Se impone una mayor flexibilidad, un mercado de trabajo más inestable. Ello afecta a la demanda de viajes, generando nuevas formas de consumo y, por tanto, nuevos consumidores. 2 “La Sociedad de la Información se define como un estadio de desarrollo social caracterizado por la capacidad de ciudadanos, empresas y Administraciones Públicas para obtener, compartir y procesar cualquier información por medios telemáticos instantáneamente, desde cualquier lugar y en la forma que se prefiera. Por su parte, Baigorri opta por la denominación de Sociedad Telemática porque lo que caracteriza en exclusividad histórica a la sociedad emergente es la capacidad, gracias a las nuevas tecnologías de procesamiento y transmisión de la información, de superar las barreras espacio-temporales.” (Baigorri et al, 2005) En definitiva, los investigadores de las distintas disciplinas, Sociología, Psicología, Antropología, Marketing, llevan elaborando en los últimos treinta años, por distintos medios analíticos, tipologías más o menos amplias de turistas, y así lo reconocen expresamente (Rodríguez González y Molina Molina, 2008). Por tanto, si alguien ha sido representado una y otra vez por la investigación social es el 'homo turisticus'. El asunto cambia si buscamos una tipología ideal en términos weberianos. Es decir, acudiendo directamente a los fundamentos del método expuesto del sociólogo alemán. Salvo alguna tentativa (Olsen, 2010), no hemos hallado hasta la fecha un estudio que haya utilizado de manera explícita, rigurosa y operativa el método del tipo ideal de Max Weber para aplicarlo al campo del turismo. 4.2. El “idealtypus” de Max Weber Hay acuerdo en recalcar que Weber “no clarifica su método de forma adecuada” (Lindbkk, 1992: 286, cit. en Sánchez de Puerta, 2006: 13). Así, los especialistas se han esforzado por sistematizar lo que Weber fue desarrollando de forma dispersa en sus obras. El citado trabajo de Sánchez de Puerta toma los escritos del sociólogo alemán y trata de llevarlos al plano práctico. Operativizar un recurso teórico nunca resulta sencillo. El “idealtypus” weberiano es un instrumento metodológico destinado a explicar hechos sociales. Dicho instrumento “inaugura también todo un capítulo crucial en la historia de las técnicas de investigación social” (Farfán, 2009: 203). No deja de ser asombroso que las sociologías interpretativas que surgieron tras Weber, retomando el tema de la sociología comprensiva, esto es, de la interpretación del sentido de la acción, esquivaran semejante recurso teórico —o lo utilizaran sin un mínimo de rigor. La metodología social cualitativa trata de comprender a las personas dentro de su propio marco de referencia. Pero para ello a veces sigue el camino opuesto al de la sociología weberiana: explorar la senda psicológica de la identificación afectiva, aunque de manera controlada. En ese sentido, “cuando una acción es explicable, ello no significa, sin embargo, que se pretenda deducirla a partir de estados de cosas psiquicos” (Weber, 1982: 180, cit. en Farfán, 2009: 212). Para toda investigación cualitativa, sea o no de corte weberiano, “la meta no es alcanzar y reproducir —por la vía introspectiva— estados mentales subjetivos, sino explicar de modo objetivo el sentido del actual social a través de un estudio intersubjetivo de las experiencias sociales de las que surge” (Ibíd.: 213). ¿Cómo se obtiene un tipo ideal? En palabras de Weber: [...] Mediante el realce unilateral de uno o de varios puntos de vista y la reunión de una multitud de fenómenos singulares, difusos y discretos, que se presentan en mayor o menor medida en unas partes que en otras o que aparecen de manera esporádica, fenómenos que encajan en aquellos puntos de vista, escogidos unilateralmente, en un cuadro conceptual en sí unitario. Este en su pureza conceptual, es inhallable empíricamente en la realidad: es una utopía que plantea a la labor historiográfica la tarea de comprobar en qué medida la realidad se acerca o se aleja de ese cuadro ideal... (Weber, 1982: 79-80, cit. en Sánchez Puerta, 2006: 15) Su utilidad y alcance ponen en el centro de la diana la acción social, sus causas y su sentido. Como hemos indicado, no consiste en indagar en la psicología interna de los actores, sino en su conducta externa. Como subraya Farfán (2009: 207), “[Weber] elimina la oposición entre interpretación y explicación, haciendo de la interpretación sociológica un tipo de explicación”. Es la vía de la comprensión, que se hace factible revelando los nexos y regularidades que muestra la acción humana objeto de estudio. “El uso de los tipos ideales hace posible explicar fenómenos sociales e históricos concretos en su individualidad y unicidad. Se afirma que tal comprensión consiste en una aprehensión de las relaciones causales particulares que interconectan los elementos atinentes del acontecimiento total bajo estudio. Y si tales relaciones han de tener una explicación sociológicamente significativa, según este enfoque, no sólo han de ser adecuadas en forma causal, sino también tener sentido, esto es, deben referirse a aspectos del comportamiento humano inteligiblemente activados por la valoración u otros factores motivacionales en la selección de variables o el realce conceptual de ciertos elementos escogidos unilateralmente. (Campero Cárdenas, 1979: 94-95) Insisten los especialistas en Weber en advertir que el término “ideal” no debe entenderse como positivo, deseable, ejemplar, sino como abstracto, puro, utópico. Un tipo ideal es en el sentido de Weber, y él insiste en esto, algo por entero diferente a cualquier juicio valorativo, y nada tiene que ver con una perfección que no sea puramente lógica. (Ibíd.: 95) Esta característica lógica implica la representación de un aspecto efectivamente importante y en forma causal atinente de la realidad. Además, en la medida en que son creados y no simplemente descubiertos, no existe un tipo ideal que tenga preferencia frente a otros (relativos a un mismo objeto de estudio). Se pueden elaborar muchos y distintos (tantos como puntos de vista) de un mismo material cultural. (Ibíd.: 98) La ordenación confeccionada por Sánchez de Puerta (2006: 24), que esboza los procedimientos para elaborar tipologías ideales, es sumamente útil. Compilando las aportaciones de Weber, establece cuatro técnicas o recursos: abstracción simple, revisión histórica, lógica dialéctica y tendencia social. En todos los casos, se comienza por la selección del concepto a tipificar idealmente. Esta selección ha de guiarse por nuestra orientación de valor y/o las necesidades de nuestra investigación. A continuación, para la abstracción simple, se realiza el estudio de algunos casos empíricos (o de uno solo, lo que se haya planteado). Después se procede a la selección de los indicadores típicos de acuerdo con los objetivos de la investigación y/o a partir de los casos empíricos estudiados. Y se concluye con la asignación de valores típicos a los indicadores para cada tipo con los condicionantes de la relación lógica entre ellos y la coherencia interna del tipo ideal. La opción de la revisión histórica, como sistema de elaboración de tipologías ideales, incluye una fase descriptiva (recopilación de datos empíricos respecto al concepto a tipificar) y otra analítica-sintética (de consideración conjunta de los casos estudiados para determinar los indicadores típicos posibles). El procedimiento por lógica dialéctica, por su parte, se basa en la determinación de las ideas opuestas que fijarán la selección de indicadores típicos y guiarán la asignación de valores a éstos. Para concluir, el último recurso mencionado se asienta sobre la determinación de la tendencia social que fijará la asignación de valores típicos a los indicadores igualmente seleccionados a partir de ésta, de manera que todas las fases (selección, estudio empírico e intuición comprensiva) se llevan a cabo al mismo tiempo. 4.3. El “cliente ubicuo”. Una propuesta de análisis para el nuevo entorno turístico Sirviéndonos de la exposición anterior, hemos elaborado un tipo ideal al que hemos denominado “cliente ubicuo” con el objetivo de interpretar el entorno turístico de nuestros días. En concreto, se trata de comprender las prácticas de consumo relativas a la búsqueda y contratación del viaje vacacional. El hecho de construir un único tipo no quiere decir que no existan otros: baste recordar que todavía podemos hablar de un “cliente tradicional”; o por poner el acento en el incipiente comercio electrónico, ya nadie duda de la existencia de un “cliente de Internet”, cada vez más en boga (Garrido Pintado, 2010). De cualquier modo, esta circunstancia no implica una clasificación genética, pues el cliente ubicuo convive en el espacio-tiempo con otros compradores de viajes. La etiqueta “cliente ubicuo” caracteriza una clase especial de consumidor, conocedor de Internet y al tanto de las opiniones publicadas en la Red, donde incluso comparte sus propias experiencias, y que sin embargo no ha abandonado los nodos físicos (es decir, las tiendas de calle). Su singularidad definitoria posee el siguiente fin utilitarista: adquirir el mejor viaje posible al precio más barato. No se trata de regresar al preferidor racional, paradigma de la economía clásica en el advenimiento de la sociedad de consumo que luego no responde empíricamente a los verdaderas prácticas de consumo (Marinas, 2000). El consumidor ubicuo que hemos perfilado por abstracción simple posee, por un lado, el repertorio telemático que ofrecen las NTIC y, por otro, el factor precio como elemento más decisivo del comportamiento de la demanda. Es así como mediante un proceso comparativo (entre los diversos canales de venta a su disposición) y deliberativo (por ejemplo en las redes sociales de Internet) lleva a cabo la búsqueda y contratación de los servicios turísticos. Se ha hablado en el anterior apartado de “indicadores típicos”. Es lo que, en palabras de Weber, se entiende como “nexos y regularidades”. Para la investigación social en general, son las variables. “A una variable se le da el nombre de indicador si se considera que constituye un resumen satisfactorio de una noción más abstracta y más amplia; el indicador propone una medida de dicha noción a través del modo en que se distribuyen sus valores o caracteres...” (Combessie, 2000: 99, cit. en Sánchez de Puerta, 2006: 21). Hemos escogido tres, y el criterio de selección tiene sentido conforme a la presunción de un tipo de acción social —la ejecución de la compra de un viaje— racional con arreglo a fines3. El criterio de selección de esos indicadores típicos está condicionado por el objetivo de la investigación. Por ejemplo, Weber en su elaboración del tipo ideal capitalismo que hace en su célebre obra sólo está interesado en aspectos espirituales; mientas que, por su parte, Marx al hacer lo propio se basó en factores económicos. A este respecto, los nexos y regularidades que permiten alcanzar la síntesis ideal que hemos obtenido se resumen de la siguiente manera: a) Información. Con Internet como herramienta y espacio fundamental, interviniendo a tres niveles: 3 “La acción social, como toda acción puede ser: 1) racional con arreglo a fines (…); 2) racional con arreglo a valores (…); 3) afectiva, especialmente emotiva (…); y 4) tradicional: terminada por una constumbre arraigada.” (Weber, 1984: 20, cit. en Farfán, 2009: 208) a.i) Como fuente de consulta. “La mayoría de los compradores han encontrado en Internet la principal fuente de información en relación con los viajes; la red se ofrece como un espacio abierto a todo tipo de información turística la cual más de la mitad de la población declara consultar en el momento de plantearse la realización de un viaje (…).” (Valls Jiménez et al, 2011: 31) a.ii) Como espacio de valoración y opinión. El caso de Tripadvisor, la mayor comunidad de viajeros del mundo, es particularmente notable (Melián González et al). a.iii) Como espacio de participación en el proceso de venta. Sería una característica del perfil del prosumer, siempre interesado saber más, en ir más allá de la información estructurada y pautada.4 b) Value for money. El concepto de “valor por el dinero pagado” compara la cantidad abonada con la cantidad de servicios recibidos. Esto se relaciona directamente con la crisis económica y con el recorte del poder adquisitivo de los consumidores turísticos. Por encima de otros valores, el viajero da prioridad al precio, buscando ofertas baratas, sobre todo en Internet. En el actual contexto, los viajes vacacionales han caído significativamente, y se ha reducido el gasto por persona y día en su destino. Han surgido nuevas pautas de consumo: mayor flexibilidad, reservas de última hora y precios más ajustados. Las decisiones de compra dependen, en este entorno económico de recesión, del precio final. Hasta tal punto se acrecienta la percepción de la rebelión de la variable precio que la mayoría de los viajeros afirma que si busca de manera obstinada es capaz de descubrir el precio más barato en otro canal; el consumidor desconfía, por tanto, del concepto de calidad (…). La crisis ha agudizado el Value for Money y la mayoría de la población no está dispuesta a pagar más de lo que paga lo cual demostraría que los consumidores turísticos se han fijado, por una parte, un criterio sobre el precio del viaje (relacionado con lo más barato) y, por otra, un presupuesto general que es marco de referencia de cada acto de compra. (Valls Jiménez et al, 2011: 31) Esta variable también tiene distintos niveles de funcionamiento, eso sí, más complejos de compartimentar. Habría que enfocarlo como una gradación con gran diversidad de tonalidades. En un extremo de la carta de colores estaría el cliente que efectivamente demuestra no considerar el precio como factor crucial y en el otro extremo el cliente que encara el acto de compra abiertamente como una subasta a la baja. Entre medias, con una amplia gama de matices, se hallan los “viajeros que buscan de manera obstinada” hasta “descubrir el precio más barato”. c) Multicanalidad. Los canales de venta se han multiplicado en los últimos años, rompiendo el esquema de distribución tradicional en manos de la agencia de viajes física, de calle. Las NTIC, con Internet a la cabeza y los distintos dispositivos (teléfonos móviles, por ejemplo) que evolucionan a velocidad de vértigo, ponen a disposición del consumidor avanzados sistemas para la compra de todo tipo de servicios turísticos. La intervención de esta variable cabe, a nuestro juicio, sopesarla en tres niveles, escalas de un mismo proceso: c.i) Un proceso que comienza con una progresiva desintermediación en el sector turístico (Román Márquez, 2005). c.ii) Que sigue con un cambio en los tipos y estrategias relacionales entre agencias de viajes minoristas, touroperadores mayoristas, clientes, etc. (Suárez Álvarez, 2007, et al), hasta el extremo de convertir al propio cliente en canal de distribución. c.iii) Que llega a su límite en la materialización, gracias al repertorio telemático, de ese imposible metafísico para los mortales que es la ubicuidad: el cliente adquiere la capacidad de estar al mismo tiempo en todas partes. Atendiendo a todo ello, se evidencia que la forma de consumir, de comprar, ha cambiado. El auge de las redes sociales ha propiciado, en gran medida, este cambio, generando una nueva cultura5. La conversación, el tuit, es la protagonista de dicha cultura. Al acto de compra fundado en la conversación que surge y se retroalimenta por ejemplo en las redes sociales, pensamos que cabe denominarlo “consumo deliberativo”. Sin duda, esta idea va mucho más allá de lo que el marketing y el managment de primeros años del siglo XXI bautizaron como eWOM. Uno de los medios por los que los consumidores se influyen unos a otros es el viejo mecanismo del “boca a oreja” 5 En el II Congreso Iberoamericano sobre Redes Sociales, celebrado en Burgos, el 22 y 23 de marzo de 2012, se puso de manifiesto su dimensión, impacto e influencia: http://www.iredes.es (WOM: word-of-mouth). Su equivalente en la Sociedad Telemática es el eWOM, definido como “las comunicaciones informales dirigidas a los consumidores a través de las tecnologías propias de Internet o servicios específicos o de sus vendedores” (Litvin et al., 2008: 461, cit. en Melián González et al, 2010: 18). Ese paso más, que rebasa el hecho común de la interacción y participación de los clientes en los servicios que consumen, se produce cuando el usuario se convierte en canal de distribución. Ya no se trata sólo de valorar los servicios turísticos con un “me gusta” o un “no me gusta”, con las consiguientes consecuencias comerciales y económicas de esos elogios y esas críticas. Tiene que ver con el proceso de desintermediación, al que ya hemos aludido, pero llevado al extremo: es la tendencia denominada peer to peer (de tú a tú). “Son usuarios dispuestos a compartir y vendérselo todo entre ellos siempre que sea en común beneficio” (Ouro Villaraviz, 2012)6. La idea remite al modelo de negocio C2C (consumer-to-consumer), que relaciona comercialmente a un usuario final con otro usuario final. En Internet, el paradigma es eBay, sitio donde cualquiera puede vender y comprar artículos de todo tipo en forma de subasta. En lo relativo al consumo turístico de masas, las empresas del sector (agencias de viajes, touroperadores, etc.) han tenido un peso decisivo, configurando de hecho una industria estratégica para la economía. Con el consumo deliberativo las relaciones de primer orden (que son, por ejemplo, las de una agencia de viajes con sus clientes) dejan de tener esa relevancia de antaño y se imponen las relaciones de segundo y tercer orden.7 A nuestro juicio, uno de los fenómenos más ilustrativos de práctica social de consumo forjada mediante proceso deliberativo en las redes sociales de Internet se dio con las excursiones en tierra de los cruceros. Los cruceros han sido uno de los productos de mayor crecimiento en los últimos años, resistiendo incluso el periodo de crisis económica8. Concebidas como un producto opcional, separado de los servicios prestados a bordo pero intrínsecamente unido al itinerario de cada barco, las excursiones de tierra eran al principio ofertadas en destino nada más que por las navieras. En pleno auge de ventas, los altos precios de las excursiones y el carácter exclusivo y monopolístico de su distribución posibilitaron la formación de comunidades invisibles de cruceristas. Se crearon foros en Internet9 donde no sólo se hablaba de este emergente tipo de turismo, sino que además en ese espacio virtual se fue creando un mercado conversacional que en poco tiempo quebró el statu quo comercial. Los consumidores, los usuarios finales, se movilizaban en grupos, contactaban con proveedores locales, de Málaga a San Petersburgo, de Atenas a Estocolmo, para conseguir sus excursiones a precios más bajos, o simplemente autoorganizando sus traslados y visitas en cada puerto. Las navieras se percataron e hicieron todo lo posible para evitarlo, desde infiltrarse en los foros hasta expulsar de los buques a los vendedores “intrusos” y coordinadores de operadores ajenos. Los viajeros de cruceros empezaron a distinguir entre excursiones oficiales y no oficiales. Así las cosas, algunos se expresaban de la siguiente manera: “Ahora más que nunca la organización por parte de los cruceristas se tiene que hacer de manera más discreta, nadie puede prohibirnos contratar un autobús, ni un taxi, o un coche alquilado, una vez fuera del barco ellos no tienen ninguna autoridad para prohibir nada. Un consejo a los que estáis preparando excursiones: no digáis nada de las excursiones en abierto, ni nombres de grupo, ni de 'organizadores'.”10 En la actualidad proliferan las agencias online y receptivos que comercializan las excursiones de tierra de cruceros y las propias navieras han introducido flexibilidad para contratar este servicio. Se trata de una adaptación de las empresas turísticas al comportamiento de la demanda. Justamente esa adaptación está detrás de la supervivencia de las empresas, que en la nueva sociedad postindustrial habrán de adquirir formas profundamente distintas a las conocidas Baigorri (2004). 5. Conclusiones Desde una perspectiva global, tenemos una modificación sustancial, drástica, de la demanda turística, motivada por una revolución en las prácticas de consumo. Y esto no podemos verlo tanto en el viajero como en el comprador, aunque estos sean la misma persona. Esta diferenciación metodológica, más clara en otras áreas de especialización (como, por ejemplo, el Marketing), no tiene apenas desarrollo en el campo de la Sociología del Turismo. El uso del modelo de tipo ideal weberiano permite, según la exposición que hemos efectuado en el presente trabajo, una aproximación sociológica a la comprensión de esos nuevos comportamientos turísticos cada vez más consolidados. El resultado del modelo elaborado, como instrumento objetivo de validación de conocimiento destinado a interpretar y explicar el sentido de una acción social, debe ser que todo comprador de viajes participa, en mayor o menor grado, de las características de ese tipo ideal. Toda compra, así pues, se “aleja” o se “acerca” al tipo ideal, sin que esto implique un continuo en el cual el cliente mixto o el cliente de Internet tengan inevitablemente que “derivar” en cliente ubicuo. Fijar el momento en que un caso concreto se “aleja” o “acerca” al modelo construido es un asunto valorativo que ha de resolverse por otros métodos de investigación. Conviene recalcar, para terminar, que el cliente ubicuo es una abstracción, una construcción conceptual de la cual no hallaremos un caso concreto que se ajuste exactamente a este esquema en la realidad empírica. Se trata, en definitiva, de un instrumento metodológico que debe servirnos para captar y entender el comportamiento humano, en este caso prácticas de consumo turístico, en las presentes sociedades avanzadas sumidas en la crisis y la reestructuración de sus regímenes de bienestar. La caracterización del cliente ubicuo, según se ha presentado aquí, combina la racionalidad del acto de compra con arreglo a un fin utilitarista —el mejor viaje posible al precio más barato posible— con el repertorio de las NTIC y las posibilidades que éstas ofrecen. Así surge lo que hemos llamado consumo deliberativo, fruto de un mercado conversacional generado en espacios nuevos —como las redes sociales de Internet— y que, para el sector turístico, está suponiendo transformaciones radicales a todos los niveles. Lo que nos revela el nuevo ‘homo turisticus’ es la aparición de usos sociales diferentes y prácticas de consumo distintas. En este sentido, la teoría sociológica dispone de elementos valiosos para la observación de las formas y las estrategias de consumo (Callejo, 1995). A lo largo de estas páginas, hemos propuesto algunos conceptos y señalado factores clave dentro del contexto actual, que pueden contribuir al avance de un campo de conocimiento incipiente como es la Sociología del Turismo.. 6. Bibliografía Álvarez Sousa, A. 2010. 'El consumo turístico en la hipermodernidad', ponencia presentada en el X Congreso de la Federación Española de Sociología (FES), en Pamplona, Universidad Pública de Navarra 1, 2 y 3 de julio, grupo de trabajo 'Turismo y Ocio', (http://www.fes-web.org/archivos/congresos/congreso_10/grupos-trabajo/ponencias/870.pdf) Amat, P. y Ramón, F. 2004. Curso de Sociología del Turismo y del Ocio. Valencia, Tirant Lo Blanch. Baigorri, A. 2000. 'Globalización. Mundos reales, mundos virtuales'. Conferencia en la presentación del Congreso de Estudiantes UNIV 2001, Universidad de Extremadura, (http://www1.unex.es/eweb/sociolog/BAIGORRI/papers/univ.pdf) Baigorri, A. 2003. ‘Urbanismo y urbanistas en la urbe global’, en seminario Urbanismo: ¿cambios o permanencias?, Escuela Interdisciplinar de Postgrados, Facultad de Artes, Universidad Nacional de Colombia, Bogotá, (http://facartes.unal.edu.co/portal/publicaciones/urbanismos/urbanismos1/3Urbanismoyurbanistasenlaurbeglobal.pdf) Baigorri, A. 2004. Introducción a la Sociología de la Empresa. Edición electrónica Sharebooks. Ed. original 1996. Baigorri, A; Cortés, G. Guerrero, M; Corcho, P. 2005. Estrategias de inserción en la sociedad de la información de las empresas, XIII Jornadas de ASEPUMA, (http://www.uv.es/asepuma/XIII/comunica/comunica_59.pdf) Callejo Gallejo, M. J. 1995. ‘Elementos para una teoría sociológica del consumo’, Papers, Revista de Sociología, Núm. 47, pp. 75-96, (http://www.raco.cat/index.php/papers/article/viewFile/25346/60569) Camarero Rioja, M. 2002. 'Tipología de la Demanda Turística Española. El Turista Posmoderno y las Tecnologías de la Información', Congreso de Turismo y Tecnologías de la Información y la Comunicación TuriTec 2002, (http://www.turismo.uma.es/turitec/turitec/actas/2002/21.pdf) Camarero Rioja, M. 2009. 'Nuevas tendencias del consumo turístico. Tipología de los turistas españoles', Revista de Estudios Turísticos, Núm. 179, pp. 67-94. Campero Cárdenas, G. 1979. 'El concepto de tipo ideal y la construcción de modelos para el cambio organizacional'. Revista de Administración Pública, Núm. 40, Octubre-Diciembre, pp. 93-102, México, (http://www.juridicas.unam.mx/publica/librev/rev/rap/cont/40/pr/pr11.pdf) Cohen, E. 1979. 'Rethinking the sociology of tourism', Annals of Tourism Research, Jan/Mar, Vol 6, Núm. 1. Cohen, E. 1984. 'The Sociology of Tourism: approaches, issues, and findings', Annual Review of Sociology, Vol. 10, pp. 373-392, ftp://ftp.puce.edu.ec/Facultades/CienciasHumanas/Ecoturismo/ArticulosTurismo/Art%C3%ADculos%20cient%C3%ADficos/Documentos%20generales/sociologia_turismo.pdf) Cohen, E. 2004. Contemporary Tourism. Diversity and Change. UK, Elsevier Ltd., (http://books.google.es/books) Esteban Curiel, Javier de. 2008. Turismo cultural y medio ambiente en destinos urbanos. Madrid, Universidad Rey Juan Carlos, Editorial Dykinson. Farfán, R. 2009. 'La sociología comprensiva como un capítulo de la historia de la sociología', Revista Sociológica, Año 24, Núm. 70, mayo-agosto, pp. 203-214. Fernández Alvariño, C. 2010. 'Sociedad postmoderna y turismo. Nuevas tendencias de ocio', ponencia presentada en el X Congreso de la Federación Española de Sociología (FES), en Pamplona, Universidad Pública de Navarra 1, 2 y 3 de julio, grupo de trabajo 'Turismo y Ocio', (http://www.fes-web.org/archivos/congresos/congreso_10/grupos-trabajo/ponencias/862.pdf) Garrido Pintado, P. (2010). 'Agencias de viaje online: situación y perspectivas en el comercio electrónico español', Tesis Doctoral, Universidad Complutense de Madrid, (http://eprints.ucm.es/11204/1/T32072.pdf) Gómez Encinas, L. 2012. 'Productos de experiencias y empresas turísticas. Adaptación a los comportamientos actuales de la demanda', Ponencia confirmada para el XVIII Congreso Internacional AECIT, Creación y desarrollo de productos turísticos: innovación y enfoque experiencial, O Carballiño, Galicia, 21-23 Noviembre de 2012, (http://www.aecit2012.com/) Lipovetsky, G. 2007. La felicidad paradójica. Ensayo sobre la sociedad de hiperconsumo, Barcelona, Anagrama. Marinas, J. M. 2000. Simmel y la cultura del consumo, REIS, Núm. 89, Madrid, pp. 183-218. Melián González, S., Bulchand Gidumal, J. y González López-Varcárcel, B. 2010. 'La participación de los clientes en sitios web de valoración de servicios turísticos. El caso de Tripadvisor', Revista de Análisis Turístico, Núm. 10, 2do. Semestre, pp. 17-22, (http://www.aecit.org/jornal/index.php/AECIT/article/view/7/6) Olsen, D. H. 2010. 'Pilgrims, tourists and Max Weber's ideal types'. Annals of Tourism Research, Vol. 37. Nº 3, pp. 848-851. Pulido Fernández, J. I. 2006. '¿Está la investigación en turismo suficientemente reconocida y valorada en España?'. Revista de Análisis Turístico, Núm. 2, 2do. Semestre, pp. 103-112, (http://www.aecit.org/jornal/index.php/AECIT/article/view/92/87) Rodríguez González, P. y Molina Molina, O. 2008. 'El comportamiento turístico de los españoles. Segmentación en función de criterios objetivos específicos', VI Congreso Internacional, Asociación Mediterránea de Sociología del Turismo, El turismo como factor de desarrollo y cohesión en el Mediterráneo, Granada, 25 y 26 septiembre, (http://digital.csic.es/handle/10261/12007) Román Márquez, A. 2005. 'Las nuevas tecnologías y el turismo. El proceso de desintermediación en el sector turístico', ponencia presentada en las I Jornadas Internacionales de Innovación Tecnológica y Derecho, Grupo de Inv. Derecho y Bienestar Social, Universidad de Granada, (http://www.ugr.es/~sej169/IIJornadas/IJornadas/comunicaciones/turismo.doc) Sánchez de Puerta Trujillo, F. 2006. 'Los tipos ideales en la práctica: significados, construcciones y aplicaciones', EMPIRIA, Revista de Metodología de Ciencias Sociales, Núm. 11, enero-junio, pp. 11-32, (http://dialnet.unirioja.es/servlet/fichero_articulo?codigo=2027012) Suárez Álvarez, L., Vázquez Casielles, R. y Díaz Martín, A. M. 2007. 'Análisis de la confianza y el compromiso percibido por el consumidor como variables clave en las relaciones entre los clientes y las agencias de viaje minoristas', Revista de Análisis Turístico, Núm. 4, 2do. Semestre, pp. 68-86, (http://www.aecit.org/jornal/index.php/AECIT/article/view/64/59) Urry, J. 1990. The Tourist Gaze, London, Sage. Urry, J., Sheller, M. 2004. Tourism Mobilities. Places to Play, Places in Play, London, Routledge. Valls Jiménez, J. F., Sureda Pascual, J. y Andrade Suárez, M. J. 2011. La hibridación del consumo turístico entre los viajeros españoles. Revista de Análisis Turístico, Núm. 12, 2º semestre, pp. 24-33, (http://www.aecit.org/jornal/index.php/AECIT/article/view/104/96) Wearing, S. Stevenson, D. y Young, T. 2009. Tourist Cultures: Identity, Place and the Traveller, London, Sage Publications Ltd. Weber, M. 1982. Ensayos sobre metodología sociológica. Buenos Aires, Amorrortu Editores. Weber, M. 1984. Economía y sociedad. México, Fondo de Cultura Económica. Weber, M. 1993. El político y el científico. Madrid, Alianza Editorial.